lunes, 29 de octubre de 2007

Las sandalias del pescador... son de marca.


El otro día vi, por enésima vez, la película “Las sandalias del pescador”. ¡Cuántos “Kiril I” y “Roncallis” hacen falta en la Iglesia Católica S. A.!

Hace tiempo que no me acerco por un templo católico y no sé si seguirán cantando eso de: “En mi barca no hay oro ni espadas, tan sólo redes y mi trabajo”. La verdad que era una de esas canciones que me gustaba. Siempre he tenido orgullo de obrero y esta me emocionaba, pues pensaba que realmente la Iglesia S. A. estaba al lado de los humildes.

Pero claro, gracias a tanto poder en manos de unos pocos, a la ignorancia de la mayoría de los pueblos y al afán de eternidad de muchos ricos se llega a lo que ha llegado hoy el Vaticano.

¡Qué buen trabajo hizo Constantino al legalizar y legislar el cristianismo! Consiguió que el poder de los emperadores romanos se mantuviese por siglos, y estos, al saber de la debilidad humana en las creencias divinas y místicas, las aprovecharon para su propio beneficio y poder mantener una Corte y un peso político en la mayoría de los países del mundo.

¿Dónde quedan esos pequeños grupos organizados, internacionalistas y antisistema, como guerrillas zapatistas, que eran los primeros cristianos? ¿Esos que luchaban por sobrevivir, por mantener sus ideales e independencia, aún a pesar de las matanzas?¿Qué diría el Jesús de los Evangelios del brillo y oropel de la actual Ciudad del Vaticano?

Aún queda algún sacerdote, misionero e incluso algún obispo que mantiene intacta esa visión de Humanidad y Humanismo que reflejan las Escrituras cristianas, pero debido a esa incomprensible, al menos para mi, “obediencia” a la Iglesia son incapaces de revelarse contra el poder establecido que les oprime y en algunos casos censura. Y lo llaman “fe”.

Respecto a la fe, qué decir. Esto es algo raro. Si tienes fe es porque crees en algo que no ves. Entonces ¿por qué buscar la Verdad?

Si crees en algo directamente no lo cuestionas. Y si no lo cuestionas, tampoco lo piensas. Y si te piden obediencia ciega a las leyes de Dios, pues obedeces. Y Dios ha puesto en la Tierra a unos hombres que hacen la ley como Él les dicta. Tienen línea directa con Dios (eso es banda ancha y no lo de Telefónica). O creen que hacen lo mejor para la Humanidad.

Pero claro, cualquiera tiene un primo. Lo tiene hasta Rajoy, fíjese usted. Y un cuñado. Y la familia es la familia, decía Don Vito Corleone y hay que luchar para que no pasen hambre. Con lo cual, al igual que aquellos “avispados” religiosos que vendían parcelitas en el Cielo, otros quieren comprar un asiento en fila VIP para cuando llegue el Día del Juicio Final. Y los custodios de estos dineros son los señores Cardenales, que, claro, entre tanto fin benéfico y caritativo no sabían donde elegir. Así que crearon un Banco para guardarlo y cuando vuelva el Mesías, podrán invitarle a cenar en el mejor restaurante de Roma.

Dejándonos de bromas. Los críticos con la Iglesia S.A. siempre han utilizado los textos sagrados de esta y yo no voy a ser menos. Mis tres lecturas favoritas de la Biblia son estas:

Mt 21, 12-13: Después Jesús entró en el Templo y echó a todos los que vendían y compraban allí, derribando las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas.
Y les decía: "Está escrito: Mi casa será llamada casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".

Mc 12, 41-44: Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".

Jn 18, 33-37: Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?"
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?"
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?"
Jesús respondió:"Mi realeza no es de este mundo.Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?"

Jesús respondió:"Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".

¿Palabra de Dios?

domingo, 28 de octubre de 2007

Las fases de la luna


Los sueños de una generación cambiados por un plato de lentejas.
Frei Betto (ALAINET, Para Kaos en la Red)

Desde muy temprano se quedó grabado en mí el sentimiento del mundo. Mis ojos, dilatados por la fe, pulidos por el poshegelianismo de Marx, divisaron la pirámide social invertida. Mi juventud se consumió en la embriaguez de la utopía. La compartían muchos compañeros y compañeras movidos por el ardiente deseo de morder la luna.

Épico era nuestro sueño de remover los obstáculos de la vida que no es vida. Singular aquella estoica dedicación, despojada de toda ambición personal, dispuesta a reinventar el mundo. Tuvimos la osadía de romper parámetros, lejos de moralismos y sensibles a la muerte y a la vida dolorosa.

Luchábamos atentos a los clamores de la Revolución de Octubre, a la Larga Marcha de Mao que cruzaba los puentes de nuestros corazones, a los barbudos de Sierra Maestra que arrancaban fumaredas de nuestro aliento juvenil, a la victoria vietnamita confirmándonos en la certeza de que arrebataríamos el futuro. La luna sería nuestro trofeo. Escalaríamos sus montañas y, una vez en la cima, desplegaríamos las banderas de la socialización compulsiva.

Los condenados de la Tierra se agrupaban bajo la tienda de nuestros ideales y, al poco tiempo, sabríamos conducirlos a los manantiales que destilan leche y miel…

Cayó la noche, se oscureció la luna, y la nación, pisoteada por las botas, abortó primicias y promesas. Cambiamos la sala de clases por el combate, la pluma por las armas, la garganta rumiaba convencida: “¡Venceremos!”

El terror del Leviatán se abatió sobre nosotros, los gritos de dolor escapaban de las mazmorras, vidas preciosas segadas en el carrusel de las sevicias, cuerpos despedazados y desaparecidos en los laberintos de la arbitrariedad. Aún con todo, la luna no sangró.

Rumbo a la aurora, dimos las manos a la multitud peregrina imbuida de devoción democrática. En las periferias aparecía la sonrisa, despertaba la conciencia, florecía la movilización. Hasta brillaron los rayos fúlgidos y el resplandor de la luna nos iluminó la esperanza.

En la fábrica de los sueños forjamos herramientas apropiadas para el parto del nuevo Brasil. La lucha sindical se encarnó en proyecto partidario, la creencia pastoral se multiplicó en células comunitarias, los movimientos sociales emergieron como actores en el escenario dominado por las siniestras máscaras de los que nunca conjugaron el verbo compartir. Cuba, Nicaragua, El Salvador…, la mirada impávida del Che…, la irreductible tozudez de Gandhi…, la sed de justicia aplacada en las límpidas fuentes de la ética. Nunca seríamos como ellos.

En tiempo de lluvia el agua sube rápidamente e inunda calles, casas, ciudades. Cegados por semejante visión, no advertimos el lento e indetenible soplo del viento. La arena putrefacta, amontonada en el umbral de la puerta, día tras día subía un palmo más. Ascendimos escalones investidos de mandato popular, fuimos entronizados en la cocina de Maquiavelo, había llegado la hora de quien tanto esperó que sucediera. Intrépidos, algunos de nosotros decidieron cabalgar desafiantes, convencidos de que el camino más corto entre sueño y realidad pasa por el mágico sonido de las monedas.

¿Por qué no aventurarse por las mismas sendas recorridas por el enemigo, ya que él se perpetúa con tanta fuerza? ¿Cuál es el secreto de los cabellos de Sansón? Los pobres cayeron en el olvido, la seducción del poder hizo que la luna ardiera en llamas. Ícaros impenitentes, no se dieron cuenta de que las alas eran de barro.

La voracidad vació proyectos, la gula ambiciosa devoró quimeras. El pragmatismo aceleró la epifanía de los avatares del poder. La connivencia unió a oponentes históricos, los adversarios se confabularon y los aliados fueron defenestrados en esa masa informe que, desprovista de ética, consolida el Leviatán.

Incluso así, hay quien, bajo la luna apagada, no teme perseguir puntos de luz en la oscuridad. Por alguna parte se mueve la linterna de Diógenes. Es triste, sin embargo, ver a antiguos compañeros en condición de reos de tramoyas electoreras y financieras.
Hoy la historia, violada por el neoliberalismo, está preñada de mediocres. La utopía escurre por la rejilla del alcantarillado. La luna está en menguante, la estrella ya no refulge.

Me duele tanto desacierto. Los sueños de una generación cambiados por un plato de lentejas. Sigo esperando la luna nueva. (Traducción de J.L.Burguet)

Frei Betto
(Escritor, autor de “La mosca azul. Reflexión sobre el poder”, entre otros libros.)
http://alainet.org/active/19651