No sé porque se extrañan en el P$OE con la postura actual de
la Iglesia S.A.
Siguen haciendo lo mismo que han hecho siempre en España. Desde tiempos de los Reyes Católicos y los apoyos de los distintos Arzobispos de Toledo a la envenenadora más alabada de la historia, hasta lo más reciente permitiéndole al “enano de Ferrol” ir bajo palio.
Hay varios ejemplos a recordar sobre la postura ultra-conservadora, que hoy incluso llamaríamos en algunos casos fascista o neo-nazi.
Empezando por lo ya nombrados Arzobispos de Toledo y su postura al lado de Isabel I de Castilla, siendo además avales para el título de “católica”, todo ello tras envenenar a su hermano Alfonso y a alguno más.
Con el avanzar de los años y el férreo catolicismo de la corte española, en contraposición a miras más progresistas en Europa, como los protestantes o luteranos, la jerarquía católica de este país seguía aferrada al poder y acumulando caudales y tierras hasta el siglo XVIII donde empezaron las desamortizaciones.
Primero fue Godoy, acusado de afrancesado por sus ideas ilustradas, enajenando a la Compañía de Jesús.
Posteriormente y en menor medida José Bonaparte, que no confiscó tierras, sino caudales para financiar la guerra.
La más famosa fue la de Mendizábal, durante el Trienio Liberal, que aunque no llegaron a nada contribuyo a crear los grandes latifundios y a privar de tierra al pequeño campesino.
Más adelante le siguió la de Espartero en 1841 pero al hundirse el partido progresista se derogará.
En 1855 durante el segundo Gobierno progresista de Espartero, se realizará la quinta desamortización, incluyendo bienes de Estado, de la Beneficencia, militares, del infante D. Carlos, comunales de los pueblos, los de la Iglesia y más. En 1867 se habían vendido en total 198.523 fincas rústicas y 27.442 urbanas.
El Estado ingresó 7.856.000.000 reales entre 1855 y 1895. Se calcula que de todo lo desamortizado, el 30% pertenecía a la iglesia, el 20% a beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales. En 1924 se derogó esta desamortización.
Durante los acontecimientos de 1808, la llamada guerra de Independencia, muchos clérigos tomaron las armas con el pueblo en contra del invasor, como el ínclito “cura Merino” que, con los “Cien Mil Hijos de San Luís” (franceses) luchó contra los liberales y llegó a formar parte del ejército carlista.
Volviendo al siglo XX todos recordamos el intento de la II República española por separar definitivamente Iglesia y Estado y las consecuencias que tuvo, alentando el levantamiento y nombrándolo como Santa Cruzada.
Tras los cuarenta años de ignominia, en 1978 no se arregla la situación ya que la constitución firmada por los poderes políticos no elegidos vuelve a incluir en ella a la Iglesia, que con el paso de los años se había convertido ya en toda una empresa capitalista que necesitaba dinero para sobrevivir, pues no produce bienes consumibles que poder vender, pero tiene muchos gastos debido a una burocracia creciente que mantener.
Esto se traduce en unos acuerdos con el Estado, revisados cada legislatura, en los que la Iglesia S.A. presentaba la lista de bautizados a modo de censo. El gobierno incluye en los impresos del I.R.P.F. una casilla para que los católicos destinen un porcentaje de los impuestos a esta entidad, con la “sorpresa” de que los españoles ya no somos como los de antes. Con lo que la Iglesia S.A. tiene una deuda contraída con el estado, que es el pueblo español, de unos cuantos milloncitos.
En esta última legislatura se han revisado estos convenios, que aunque se esperaban más duros para la empresa de los obispos, han salido bastante bien parados en el tema económico.
El palo les ha venido en el tema social con la aprobación de los matrimonios de personas del mismo sexo y su posibilidad de adoptar y en materia educativa con la asignatura de Educación para la Ciudadanía de claro contenido laicista.
Quizás el asunto no esté en quién manda en la Iglesia S.A., y en los perjuicios que haya podido recibir, sino en quién lleva los hilos en el principal “partido” de la oposición. Y en vez de ser esta vez un grupo de poder sea solo un grupo de presión en manos de los que nunca lo quisieron dejar.