viernes, 20 de julio de 2012

Cuentos Inconclusos. Cadáver exquisito (4ª parte)

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Hurgó en el armario en busca una vida que le sentase bien en ese momento. Todas las que guardaba estaban ya muy usadas y no consiguió verse bien con ninguna de ellas.

Al final optó por salir a la calle sin vestir, desnudo, aun a sabiendas que si llovía se iba a mojar tanto que le sería imposible secarse en unos días.

Y así fue. Si había un ejemplo claro del funcionamiento de la Ley de Murphy ese ejemplo sería él, sin duda alguna. Nada más salir a la calle empezó a diluviar y se caló hasta los huesos.

Un mes, lo menos, estuvo en cama, postrado, con una neumonía de caballo.

Cuando ya se recuperó decidió que era el momento de gastar sus exiguos ahorros en comprar una vida nueva.
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http://youtu.be/wqIVFsL3pBk  Maqueijan, 20-07-12

miércoles, 18 de julio de 2012

Cuentos inconclusos (Cadáver exquisito. 3ª parte.)

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Llenó un vaso de agua y lo llevó a la mesilla. Lentamente, aún seguía apesadumbrado por lo sucedido esta semana, se fue poniendo el pijama. Dobló la ropa con mimo y la dejó encima de la butaca que tenía en la esquina de su habitación.

Abrió la cama perfectamente hecha, casi al milímetro. Cuando estaba en plena caída siempre recurría al orden de una manera compulsiva. Se acostó, apagó el móvil y abrió el cajón de la mesita de noche. Sacó su tableta de cabezas y buscó la que le correspondía para la noche de hoy.

El médico le había recomendado esas cabezas y, aunque él era contrario a ese tipo de tratamientos, aceptó porque sabía que no se encontraba bien.

Hoy le tocaba la cabeza de "dormir y tener pesadillas". Se resignó. ¿Qué otra cosa podía hacer?

La sacó de su envase, desenroscó la suya y la depositó en el recipiente comprado al efecto con mucha calma, enroscó la otra, cerró los ojos y durmió.
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http://youtu.be/3FpCmh_bDBU

martes, 17 de julio de 2012

Revolución.

Por suerte o por desgracia, mi padre y mis abuelos fueron obreros. Por lo tanto, yo nací en una casa obrera en un deprimido barrio obrero de una pequeña ciudad de provincias.

Por suerte o por desgracia, mis padres estaban tantas horas trabajando que cuando llegaban a casa lo que menos les apetecía era aguantar nuestras nimiedades de críos. Por lo tanto, pasábamos muchas horas en la calle corriendo entre coches y saltando tapias.

Por suerte o por desgracia, mi padre no nos pudo dar una seguridad económica para poder dedicarnos a la vida bohemia durante nuestra adolescencia. Por lo tanto, no pudimos vivir de poetas incomprendidos, ni de hippies anti-sistema, ni de revolucionarios, ni estudiar una carrera que nos aburguesase.

Por suerte o por desgracia, he seguido siendo obrero y no precisamente por tradición familiar. Por lo tanto, no voy a permitir que ningún hijo de burgués de clase media me diga cómo tengo que gestionar mi rabia o mi ira contra el sistema, no voy a permitir que ningún hijo de obrero aburguesado me diga con quién tengo que estar o con quién no.

Por suerte o por desgracia, tengo 40 años, de los cuales, 25 los he pasado siendo la mano de obra de otros, la fuerza de trabajo de los beneficios de un capitalista. Por lo tanto, tengo todo el derecho del mundo ha pedir, exigir, hacer y llevar la revolución armada a la calle.

Richard Maqueijan a 17 de julio de 2012.