miércoles, 23 de diciembre de 2009

ACCÉSIT.


Me resulta extraña la situación. Yo aquí metido y las caras compungidas de los demás.
Por más que intento saber cómo he llegado hasta allí no logro aclarar nada.

Mis últimos recuerdos son los gritos de ella diciéndome que no quería volver a verme, que me curase y dejase de joder la vida a los demás. También me acuerdo perfectamente de sus ojos llorosos y cómo levanté el dedo para mandarle a la mierda.

Sigo mirando a la gente que me acompaña. Hay muchos que no conozco y otros que no sé que coño pintan aquí.

¡Ah, sí! Ya recuerdo algo más. El ruido al cerrar la puerta del baño, seguido del de la de casa y sus tacones alejándose por las escaleras.

Es curioso como en estas ocasiones los recuerdos son tan vagos, a pesar que las vivencias son tan fuertes.

Después se fue la luz. No sé si hubo un apagón real o algo en mi cabeza hizo "crack" del todo.

La verdad es que ahora no estoy mal. El lugar es amplio, más de lo que me imaginaba. Y cómodo.

Antes de la discusión, la última tras un rosario de broncas, habíamos estado charlando de nuestro futuro juntos y que íbamos a hacer con su embarazo.

Yo, la verdad, siempre he tenido muchos problemas en mis relaciones de pareja. Una vez me dijo un terapeuta, vamos, un jodido psicólogo, que todo derivaba de mi infancia y no sé que rollos de afectividad, responsabilidades y sentimientos de culpa. Nunca le hice mucho caso hasta que más tarde tras una serie de ingresos en psiquiatría me lo empecé a plantear, a pesar de lo que te atontan con los jodidos calmantes.

Realmente me estaban jodiendo la vida. Los médicos, vamos. Mis putos problemas afectivos eran míos y parte de mi forma de ser. Si quieres convivir conmigo es lo que hay. Y punto.

Y ella aceptó. Y siguió aceptando tras las múltiples broncas. ¿Quién de los dos está mal de la azotea?

Cuando hablamos de lo del embarazo me puse en plan responsable intentando hacerle ver que yo no puedo hacerme cargo de una criatura y eso le dolió. Le dolió porque unos meses atrás dije que no me importaría y que debido a mis carencias en la infancia sería el típico buen padre que colmaría de afecto y cariño al niño y le daría lo que yo no tuve.

Bueno, pero ¿qué coño espera de un tío que está como un cencerro?

El caso es que no recuerdo aún muy bien cómo llegué aquí.

Tras encerrarme en el baño, la oscuridad.

Un momento de silencio y oigo ruido de cajones. Sí, soy yo buscando, pero ¿el qué?¿qué buscaba?

Se oye un grifo y el agua correr. Estoy llenando la bañera.

¿Palmeras?¿Qué coño pintan unas palmeras en todo esto?

Seguro que me dí un baño y me dormí. Pero ¿eso qué tiene que ver con estar aquí?

Me resulta graciosa la situación. Creo que todos hemos soñado con estar conscientes en un momento así. Ver quién viene a verte y quién no. Las caras de aflicción, sentidas de unos y fingidas de otros. La falsedad de la mayoría.

¿Por qué sigo viendo palmeras? Sí. Palmeras amarillas.

Bueno, creo que va siendo hora de despedirme. Aún no tengo claras muchas cosas, pero es lo que hay.

La verdad que no me ha ido tan mal por aquí. He llevado mi vida como he querido llevarla y he dejado pocas cosas por hacer.

Vaya, ya han encendido esto. Ahora sí que me voy.

No nos veremos en otra, pero en esta me he divertido y mucho.

Aunque pensándolo bien... ¿y si me queda algo por hacer?