lunes, 9 de abril de 2007

30 años no es nada. (2ª parte)


El PCE cumple treinta años de legalización, ¿y qué?

Desde su fundación, allá por los años veinte, ha ido posponiendo una y otra vez cualquier acción revolucionaria.

La primera ocasión que se le presentó fue la Revolución de Asturias (1934) que, aunque supo aprovecharla, la falta de organización la echó a perder. Quisiera hacer notar al lector que en esos momentos no tenía ningún diputado en las Cortes.

La segunda, durante la guerra civil de 1936, no la utilizó por que el PCUS, y Stalin en particular, creyó más conveniente el mantenimiento de la democracia burguesa en vez la emancipación de la clase trabajadora. Y además, aprovechó para cargarse a posibles rivales de izquierdas como la CNT o el POUM, que realmente estaban llevando la revolución, de manera práctica, a la zona nordeste del país. Desde el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 tenía diputados en las Cortes.

La tercera y última fue hace más de treinta años. Con los cuadros formados y la militancia preparada desde el final de la guerra, se presentó la ocasión en las ansias de cambio de la mayoría del pueblo español pero, nuevamente, se frena. Esta vez la causa fue el "euro-comunismo" de Carrillo y su dirección que, en apenas diez años, pasó del estalinismo más duro a posturas social-demócratas con las que se ganó el apoyo de la mayoría de los partidos políticos europeos y la banca española, pero, claro está, el rechazo de la clase obrera.

En estos treinta años que han pasado, el "Partido" ha perdido a sus mejores cuadros y toda la infraestructura creada durante la clandestinidad. Y ha sido así porque las direcciones no quieren un partido preparado para cuando llegue el colapso del capitalismo poder tener unos consejos obreros que guíen al proletariado hacia la emancipación, aplicando la práctica del marxismo. Sólo quiere tener funcionarios que trabajen dentro del Estado burgués para llevar a la "empresa" a buen término y tener, ellos, un asiento cómodo donde se cobre sin trabajar, o haciendo políticas desnatadas más cercanas a la social-democracia.

Y, por cierto, el Banco de Santander es quien mantiene económicamente con créditos al Partido y no la militancia ni el salario de sus cargos electos.

Comunismo puro y duro.

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