sábado, 9 de julio de 2016

Orgullo de clase.

No. No estudié en Maristas. Ni en Escolapios. Ni tan siquiera en Jesuitas. No era socio de Cantabria ni fui a campamentos de la OJE. No tengo Bachiller ni estudié en la Escuela de Artes. No tengo amigos, conocidos o antiguos compañeros de clase en ningún puesto importante en la Administración. Ni contactos entre los banqueros o empresarios.
Soy un tipo normal. Escuela pública de barrio obrero repleta de tipos normales. Hijos de obreros o, en su defecto, miembros de familias pertenecientes a los estratos más bajos de esta asquerosa sociedad capitalista. Las piscinas de los tipos normales eran públicas. Y también estaba el río. Nuestros centros de reunión eran las campas del extrarradio, La Guillerma, el Pozo Cubillas o la Fuente del Zapatero. Los campamentos de verano, quien los tenía, los organizaba la parroquia. Algunos sacaron el graduado escolar e, incluso, fueron a la Universidad. Otros nos pusimos a trabajar con 14 y 15 años. Muchos de nuestros amigos están en el paro.
Sólo soy un tipo normal. Y no, no me apetece una puta mierda pertenecer a esa élite que vosotros mismos habéis creado y que está podrida a causa de la endogamia propia de los de vuestra clase.

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