No. No estudié en Maristas. Ni en Escolapios. Ni tan siquiera en
Jesuitas. No era socio de Cantabria ni fui a campamentos de la OJE. No
tengo Bachiller ni estudié en la Escuela de Artes. No tengo amigos,
conocidos o antiguos compañeros de clase en ningún puesto importante en
la Administración. Ni contactos entre los banqueros o empresarios.
Soy un tipo normal. Escuela pública de barrio obrero repleta de tipos
normales. Hijos de obreros o, en su defecto, miembros de familias pertenecientes
a los estratos más bajos de esta asquerosa sociedad capitalista. Las
piscinas de los tipos normales eran públicas. Y también estaba el río.
Nuestros centros de reunión eran las campas del extrarradio, La
Guillerma, el Pozo Cubillas o la Fuente del Zapatero. Los campamentos de
verano, quien los tenía, los organizaba la parroquia. Algunos sacaron
el graduado escolar e, incluso, fueron a la Universidad. Otros nos
pusimos a trabajar con 14 y 15 años. Muchos de nuestros amigos están en
el paro.
Sólo soy un tipo
normal. Y no, no me apetece una puta mierda pertenecer a esa élite que
vosotros mismos habéis creado y que está podrida a causa de la endogamia
propia de los de vuestra clase.
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