Orgullo obrero.
Nací, hace muchos años ya, en el desaparecido hospital san Millán de Logroño. Era un gélido día de diciembre, nevaba y al edificio le faltaba una pared debido a las obras de ampliación. Siempre ha dicho mi madre que hacía un frío horroroso y recuerda cómo nos llevaban a las habitaciones, en esas camillas que parecían bandejas camareras, con unas camisetas raídas que nos abrigaban más bien poco.
Estuve viviendo mis primeros años de vida, entre cuatro o cinco, en casa de mis abuelos maternos, pues mi padres trabajaban los dos. El piso, sito en la calle La Brava, tampoco existe ya. Era un edificio viejo, dentro de la judería logroñesa, en el depauperado casco antiguo logroñés.
Mi abuelo trabajaba, mi abuela hacía trajes, en casa y sin contrato, para un ilustre sastre y pintor, la hermana soltera de mi abuelo, que vivía con ellos, también trabajaba.
Mis padres consiguieron comprar un piso de protección oficial en lo que después sería conocido como Zona Oeste. Para entonces ya eramos tres los hijos y venía otro de camino.
Cuando oigo la frase, que yo también he dicho en alguna ocasión, “eres más tonto que un obrero de derechas” no hago más que pensar en mi padre. Mi abuelo materno era de izquierdas y afiliado al sindicato. Por parte de mi familia materna sí podría decirse que se tenía un sentimiento de izquierda, pero por parte de mi padre, no. Y eso no quiere decir que no tuviese conciencia de clase, para nada.
Mi padre ha estado toda la vida afiliado a un sindicato (no considerado de clase, pero ¿acaso OGT y Comisiones Horteras lo son?). Fue miembro del comité de empresa y el orgullo de ser obrero me lo transmitió a mí con varias frases y hechos.
Cada vez que en el colegio me preguntaban cuál era el oficio de mi padre y yo le preguntaba a él, siempre respondía con la misma frase: “Obrero. Tu padre es obrero” Y eso ponía en todos los papeles y eso pongo yo también. A esto hay que añadirle esa otra frase de: “pobres, pero honrados”
Con 15 años, y tras estar dos perdiendo el tiempo con unos estudios que no me gustaban, me tuve que poner a trabajar. O aprovecho los estudios o a currar, pero estar viviendo de la sopa boba, en casa de un obrero no se puede.
Así que, cuando veo a algún hijo de burgués de clase media-alta, o a esos hijos de autónomos de medio pelo, todos ellos con unas posibilidades de poder perder el tiempo estudiando hasta que se centren sus cabezas y decidan sacarse una carrera, decir eso de “no hay nada más tonto que un obrero de derechas” pienso yo “¿cuántos líderes revolucionarios han pertenecido realmente a la clase obrera?”
Orgullo Obrero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario