domingo, 26 de junio de 2016

Silencio.

Te hacías acompañar en todo momento por relojes de cuerda o auriculares con música. Paseabas cerca del río, donde las corrientes eran más fuertes. Te sentabas en plazas llenas de gente y niños chillando. O en terrazas de bares que diesen a alguna calle con mucho tráfico.
Y todo ello para no escuchar los gritos de ayuda que salían de tu interior.

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